LuciernaGA INDU

Nunca antes había visto algo semejante (¿o si?). Una mariposa amarilla encendida de noche. Es que en mi tierra todo esta apagado por la cordillera, ya que es tan alta que su sombra nos inunda, pero también nos embellece cuando hay que detener tormentas del otro lado del mundo. Pero estas alas radiantes, como bombillas LED inundada de watt en mi retina. Todas la luces dentro de esta mariposa amarilla danzando en los aires evitando como hoja otoñal caer profundo. Vibra autoabasteciéndose de luz, quizás consumió una hidroeléctrica o una pila triple A en su amanecer. Pero, en cuanto danza nada importa, ni su origen ni su destino. Solo raudo es contemplar su brillo como si fuera un ángel hipnotizando el letargo. Pero en la noche todo es luminoso, a toda pupila enceguece, cuando hay un breve remezón encandilado la atención del transeúnte adormecido con el batir de su aura. Esta mariposa inflamada me lleva en su sueño nocturno y me enseña sabiamente en su despertar de plumas rancias, como polilla seca develada. De día es otra cosa.

Todo su brillo en lontananza se desvanece, frente al sol de los amores mayas. Lo bello de aquella noche duerme a medio día con costra salvaje y llanera sobre una rama. Se mimetiza como si fuera de piedra de Andrómeda. Devela su simpleza pajarilla hirsuta cuando su alma duerme su faz de luz se extingue.
De día, ni piensa lidiar contra el gran ojo, ese que realza rayos mitológicos.
Mejor se rinde de antemano y bebe su chai picante en sueño melancólico. Memorizando en silencio sus pasos de silicio, carga baterías hasta nuevo aviso. Así retoma en breve fragancia lumínica su danza preferida. Las mil luces encendidas, como árbol navideño en pleno año de sequía, plenamente autorizada. La reina abre cuerpo y con su antorcha de neón paraliza  los sentidos endulzando el curioso caminar de quien escribe y vive de tinta y de lombrices.

Luminosa en la noche y opaca de día...sabrosa paradoja.