Santo grial encendido en mi pecho de caballero, en un tiempo dorado, áspero, activo y galopante. Salgo desde la cueva de piedra hasta la elevación cristalina, y nadie me recuerda hasta que aparezco en sueño, en Instante fecundo de conciencia traslúcida.
Sabor a placebos para olvidar lo causal, me sumerjo en andamio liberado hasta pedir un cortado con tres cargas de café, para no dormir en siglos medianos. Entre mañana y tarde surco los paso sonámbulos, me duermo, pesatañeo, me transformo. De vez en cuando bostezo negando la duda siniestra, esa que somos tan adictos en este lado del cosmos. Entre claro oscuro me muevo pedaleando veloz por Pocuro, con el ritmo en mis venas, epiléptico transeúnte en el que me refresca de vez en cuando un semáforo aburrido diciedo vasta: "Nace en verde y muere en rojo". Armado en la década de sabores enmascarados con plomo, chocolate y curry, prosigo la marcha.
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