Detrás de tanta miseria del alma, entre puente alto y mozambique, esa que brilla hasta quedar ciego se esconden cuatro paredes de madera delgada y cálida. Viene dentro de ella, el último censo de la pobreza cubierta de mantequilla o de margarina, y a veces tan solo de pan amasado. Trae en su solapa un plasma de 32 pulgadas para quedar helados de incongruencia. Se viste de alpargatas y sale a la calle a vender maní confitado, a veces solo tostado. El frío anuncia la plegaria escuchada y el transeúnte se olvida de la barriga arábica y se deja acariciar por el sabor pasajero. Nadie sabe que hay detrás de todo esto. Unos dicen desarrollo y crecimiento, otros estrés post traumático vitalicio, heredado por nacer en esta tierra. Yo me encumbro en los ojos de la viejita que con sus manos arrugadas pero no menos firmes, amarra la bolsa con sabia exactitud. -350 pesos mijito- seduce su voz añeja. Acaricia el dinero con la lengua porque sabe que comerá hoy su nieto, su hija y sus gatos.
En la misma calle un graffiti garabatea esperanzas planetarias, igualdad para todos...más allá de la vía Láctea, en la esquina oscura del acantilado estelar. Donde a veces la luz vibra de indecisión. Y no sabe si brillar o callar. Entonces la justicia se derrama hacia venus y se queda por esos lados como siempre, petrolero injusto desayuno americano criollo. Pero tan lleno que chorrea y cae a esta tierra sagrada mitad blanca y mitad negra. Así se enciende ahora la wi fi de la conciencia. Todo saben y nadie sabe. Todos opinan y deciden con boca cerrada. Unos cuentan cifras, otros sacan chispa, y cortan y pegan, ingratitud y revancha. Todos esperan y re esperan, en filas eternas de hospitales y calles, una gota de sabia lluvia de café morena. De esas que hablan de carne y hueso, de alma y espíritu. De poemas y lienzos. Detrás de tanta miseria del alma, entre puente alto y mozambique, esa que brilla hasta quedar ciego se esconden cuatro paredes de madera delgada y cálida, pequeña criatura que extiende su mano llena de sabiduría, paciencia y sonrisas. Tercer mundo, tesoro de la última grieta del alma.
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