cuando el invierno se aleja y
se convierte en suspiro.
Las flores
se enroscan en danza valiente y
dejan caer desde sus pétalos vísceraS del latidos.
Desde cuando
amanece hasta la oscuridad profunda,
se vive en extinta fantasía.
Todos
buscan ese QUE, para desaparecer en olvido.
Les gusta
aparecer al encuentro furtivo
con yagas a veces,
escamas
después y
precipicios dormidos.
Nadie
conforme sigue la huella,
esa escrita
en cielo áspero.
De las pléyades
a San Pablo cobrando abono para crecer sano,
sin
testaruda mirada,
sin
mendrugo azaroso.
Cállense de
tanto oír y
déjese
seducir por la pausa.
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